Violator es el arte de Depeche Mode filtrado, destilado y purificado. Las ambiciones épicas del álbum anterior (‘Music For The Masses’) se han ido. En cambio, líneas de guitarra siniestras, voces bellamente cambiantes y efectos electrónicos nítidos flotan con gracia sobre líneas de bajo turbias. Los tempos se elevan, caen a las profundidades y resurgen, algunas veces dentro del espacio de una sola canción. Los temas varían desde la culpa, la religión, los fetiches sexuales, el nihilismo, la misantropía y las drogas. Interludios anónimos unen las canciones con elegancia y sutileza.
Violator es álbum misteriosamente misterioso. Evocador. Muscular. Temperamental.
En una palabra, impresionante. Tal vez sea una palabra extraña dado que Violator continuó en la línea general de los dos trabajos de estudio anteriores de Depeche Mode: el franco extremismo emocional lírico de Martin Gore y su habilidad para un gancho pegadizo se filtraron a través del oído de Alan Wilder para lograr arreglos perfectos, hábilmente asistido por uno de los mejores productores ingleses: Flood. Sin embargo, la idea de que este disco dominaría las listas mundiales, mientras que canción por canción sería simplemente el mejor y más consistente esfuerzo de la banda hasta ahora solo podría haber sido la fantasía más salvaje antes de su lanzamiento. Los dos primeros sencillos del álbum, sin embargo, indicaron que algo estaba pasando. Primero fue “Personal Jesus”, a la vez perversamente simplista, con un ritmo rígido y arcano de funk/hip-hop y acordes básicos de guitarra de blues, y tremendo, gracias a los agudos toques de producción y la voz serpenteante y con eco de David Gahan. Luego, ” Enjoy the Silence “, una balada en la que nada más queda excepto nosotros, se convirtió en un enorme y dramático número de romance y baile, imponente en su alcance simulado de orquesta y coro. El sencillo de seguimiento “Policy of Truth” también funcionó bien, un tema funk de Motown discreto para la actualidad con una letra aguda de amor/odio para empezar. Para colmo, el álbum en sí anotó canción tras canción, desde el ritmo arrastrado de “Sweetest Perfection” (bien cantado por Gore) y el etéreo “Waiting for the Night” hasta el sentimiento de culpa y amor. “Halo” se convierte en un mazo barrido por cuerdas. “Clean” concluye a Violator con una nota espeluznante, todas notas de bajo siniestras y atmósferas extrañas que transmiten la canción. Gótico sin ser estúpidamente tonto, sintetizador sin sonar como el estereotipo clínico de la música sintetizada, rock sin sonar nunca como una banda de “rock”, Depeche aquí alcanza alturas asombrosas.

